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valarezo7@hotmail.com
Sábado, 30 de Octubre, 2021 de Nuestro Salvador Jesucristo, Guayaquil, Ecuador-Iberoamérica
(Cartas del cielo son escritas por Iván Valarezo)
Maná de la gloria angelical hemos comido, recibiendo el cuerpo glorificado del Padre, amando enriquecernos cada día, y por siempre:
Soberanamente, nuestro Padre celestial necesitaba tener a su Hijo Jesucristo entrando al Lugar Santísimo de su dulce hogar, que es Jerusalén, en Canaán, con cada hijo suyo de Israel y de las familias de las naciones con su cuerpo glorificado, que Él
había provisto ya, como su semilla santa: la carne sin pecados, los huesos inquebrantables y la sangre expiatoria, para ver vida nuevamente siempre. Amorosamente, nuestro Padre celestial necesitaba a su Hijo Jesucristo naciendo en Canaán, llevando a
sus hijos de Israel y de la humanidad entera hacia su presencia santísima, que es su vida eterna, derrotando a Satanás, y la muerte en el cielo, en el paraíso, pero ahora Él necesitaba derrotarlo con su pecado y muerte eterna en Canaán, y sus hijos
vean vida nuevamente infinitamente.
Misericordiosamente, nuestro Padre celestial había creado cielos y tierra con riquezas que enriquecerán a sus hijos, y ellos enriquezcan su santo nombre fuegos sobre la cruz del monte de Jerusalén, en Canaán, finalmente conquistando nuevas riquezas,
glorias y poderes por generaciones venideras, enriqueciendo así su nuevo reino con riquezas nunca antes vistas, exaltándolo a Él mucho más que antes por una nueva eternidad angelical. Y para lograrlo, entonces nuestro Padre celestial necesitaba a su
Hijo Jesucristo nacido ya en Canaán, para Él mismo vivir con sus hijos naciendo de Abraham, como su único hijo Isaac viviendo ya con su carne sagrada, los huesos inquebrantables y la sangre expiatoria, enriqueciendo la tierra, pero igualmente,
destruyendo a Satanás, ángeles caídos y la muerte finalmente perpetuamente en el lago de fuego.
Además, nuestro Padre celestial necesitaba reiniciar su vida con su Hijo Jesucristo y con su Espíritu Santo en cada hombre, mujer, niño y niña de Israel y de las naciones, para Él tener a su santo nombre fuegos amado, exaltado y glorificado con sus
hijos que habían nacido de su imagen y alma santísima, únicamente conociendo: amor, prosperidad, riquezas y alegrías interminables para siempre. Realmente, para nuestro Padre celestial conquistar a cada hijo suyo perdido por Adán hacia Satanás y
los ángeles caídos para ser muertos por el ángel de la muerte en el infierno tormentoso, porque ellos murieron con el fruto prohibido, que comieron Adán y Eva, del árbol de la ciencia del bien y del mal, entonces, Él necesitaba derramar todo su
corazón santísimo en Canaán.
Ciertamente, nuestro Padre celestial necesitaba derramar su corazón santísimo sobre ti, salvándote así del pecado de Satanás y de la muerte, que tenían el infierno preparado para ti y tus amados, y así, tú jamás veas la perdición eterna, porque
poderes asombrosos de su corazón amoroso, que Satanás hasta hoy no entiende, entonces te salvarían, rescatándote del mal, bendiciéndote con vida abundante, ya eternamente enriquecida. Efectivamente, para nuestro Padre celestial salvarte a ti de
Satanás, del pecado, de la muerte y del infierno, entonces, Él necesitaba que el vientre estéril de Sarah, esposa de Abraham, le dé un hijo, logrando así que su Hijo Jesucristo nazca como Isaac con la carne sagrada y con la sangre expiatoria para
quitar el pecado—pero quitarlo del corazón de la tierra perpetuamente.
Ahora que, nuestro Padre celestial logra tener a su Hijo Jesucristo del vientre estéril de Sarah, por su Espíritu Santo, entonces sus hijos nacieron de ella para descender al Valle de los huesos secos, como el corazón muerto de la tierra, como el
vientre estéril de la tierra, dándole vida nuevamente a su Hijo Jesucristo, resucitándolo en el Tercer Día con perfecta salvación para todos. Considerando que, el corazón santísimo de nuestro Padre celestial había estado sufriendo, muriendo y
llorando por sus hijos, que Él había perdido hacia Satanás, ángeles caídos y la muerte, descendiendo ya a postes del infierno para siempre maldecidos por Satanás, ángeles caídos y la muerte, porque fallaron de bautizarse en agua para invocar la
perfecta santidad de su santo nombre fuegos antes de fallecer.
Definitivamente, nuestro Padre celestial pudo haberlos salvados a todos ellos del pecado con tan sólo obedecer a su llamar constante para ser bautizados en agua, que Él enviaba a sus ángeles, ayudándolos a entender que era necesario bautizarse, y así
, ellos no fallezcan maldecidos por el pecado, viendo vida siempre en sus días ascendiendo hacia la gloria celestial, eternamente justificados para la eternidad venidera. Visto que, familias de las naciones de aquellos días fallaron en entender el
bautismo en agua de nuestro Padre celestial, para escapar del mal que el pecado puede traer a sus vidas junto con sus amados, vecinos y amistades, entonces, el pecado se expandió por la tierra entera, que parecía que era imposible detenerlo, haciendo
que la tierra siga llenándose de tinieblas para siempre.
Realmente, cada hombre, mujer, niño y niña fue violento en sus días, que se tornaron imparables con sus maldades, porque cada uno continuaba destruyendo toda vida humana, de una manera u otra, atacando familias inocentes, familias dispuestas a vivir
una vida bendita ante nuestro Padre celestial, su Hijo Jesucristo y su Espíritu Santo—pero sin bautizarse en agua—porque fallaban todos en entenderlo siempre. Esto fue algo, que iba hiriendo el corazón santísimo de nuestro Padre celestial, porque
ninguno buscaba amar, bendecir o ayudar a otros, en verdad, solamente buscaban el bienestar de ellos mismos y de sus amados, sin manifestar amor alguno hacia los demás, que la violencia siguió creciendo sin control, que tenía que ser detenido por
poderes nunca antes vistos en la tierra entera.
Ciertamente, nuestro Padre celestial pudo haberlos ayudado, si ellos hubiesen obedecido a su llamado a bautizarse en agua, invocando su santo nombre, porque esto fue algo que Él mismo ya le había revelado a Abraham, como cuando le decía, que él tení
a que ser perfecto y santo, así como Él en la eternidad—y esto es sólo posible para cada uno bautizado en agua. Definitivamente, este es el bautismo en agua de nuestro Padre celestial, entregado a todos ellos inicialmente, lavándose ellos mismos de
males cometidos en todos sus días, y así, ellos continúen viviendo una vida bendecida, que le había sido entregada ya a la humanidad entera, empezando con Adán y Eva en el paraíso, pero ellos necesitaban bautizarse para entrar en ella finalmente,
eternamente enriquecidos.
Realmente, nuestro Padre celestial hizo que Adán y Eva abandonen el paraíso para vivir su vida normal en la tierra, por pecar en contra de Él, su Hijo Jesucristo y su Espíritu Santo comiendo del fruto prohibido, por ende, ellos necesitaban reiniciar
sus vidas nuevamente, bautizándose en agua únicamente, porque la carne pecadora muere por la carne sagrada para vivir una vida enriquecida continuamente siempre. Misericordiosamente, Adán y Eva junto con sus hijos fueron puestos en la tierra por
nuestro Padre celestial, porque en ella hay cuerpos de agua, como océanos, mares, ríos, lagos, piscinas y bañeras en casas, sumergiéndote tú en el agua, emergiendo limpio de pecado en Canaán, en donde el pecado no existió jamás, entonces conocerá
s únicamente: amor, paz, prosperidad y riquezas toda una vida entera.
Ciertamente, nuestro Padre celestial les entregó a Adán y a Eva junto con sus hijos una tierra de agua con veinte porcientos de tierra para que toda vida florezca por generaciones futuras, pero solamente bautizándose en agua, invocando la perfecta
salvación de su nombre bendito, escapando finalmente de la carne pecadora por la carne sagrada, en donde riquezas florecerán como en la gloria angelical. Además, nuestro Padre celestial necesitaba hacer su voluntad perfecta en el paraíso con Adán y
Eva, pero si ellos hubiesen permanecido en su carne sagrada y en su Espíritu Santo, porque es únicamente en su carne sin pecados en donde Él logra siempre sus milagros cotidianos, enriqueciendo toda vida en la gloria angelical y en la tierra entera
igualmente de nuestros días.
Es decir, dado que: si Adán y Eva junto con sus hijos por generaciones venideras se bautizasen en agua, invocando la perfecta santidad de su nombre bendito para perdón, sanidad, salvación, bendiciones y riquezas sin fin para gozarlas cada día hasta
que su reino venga, bendiciendo la humanidad entera y la tierra entera, entonces, Él vivirá con nosotros siempre toda una vida eterna entera feliz. Verdaderamente, la voluntad divina de nuestro Padre celestial seria perfecta siempre sobre la tierra
entera con su carne sagrada y con su Espíritu Santo, como con sus hijos de Israel y de las naciones bautizados en agua, logrando su voluntad perfecta instantáneamente en la tierra, así como con sus ángeles del cielo, conquistando siempre nuevas
riquezas, poderes y glorias nunca vistas antes por nadie.
Indiscutiblemente, nuestro Padre celestial lograra su perfecta voluntad contigo, amados, vecinos y amistades con su carne sagrada, otorgada por Él a cada uno por medio de su Hijo Jesucristo, nacido como Isaac del vientre estéril de Sarah, por el Espí
ritu Santo, porque es únicamente en su carne ungida que su perfecta voluntad es lograda con sus hijos y ángeles en la gloria eterna de siempre. Consiguientemente, lo mismo es verdad actualmente en cada familia de las naciones, no importando jamás su
creencia religiosa, porque nuestro Padre celestial ha declarado perfecto, santo y virgen a cada hombre, mujer, niño y niña de Israel junto con la humanidad entera, rescatada del desierto de Sinaí, cuando Moisés llegó con Israel antiguo para endulzar
aguas amargas de Mara con el árbol yaciendo cerca.
Realmente, nuestro Padre celestial lleva su voluntad perfecta con sus hijos junto con ángeles en la carne sin pecados, nacida de Él, como Isaac del vientre estéril de Sarah y de la hija virgen de David, en ambos casos en Canaán, por el Espíritu
Santo, obteniéndola tú bautizado en agua, manifestando su voluntad perfecta del cielo en la tierra entera contigo, enriqueciéndola tú progresivamente siempre. Ciertamente, nuestro Padre celestial estableció a Adán y a Eva junto con sus hijos en la
tierra para bautizarse en agua, porque llena está de agua, sumergiéndote tú, emergerás instantáneamente del Jordán en Canaán con Él y con su Espíritu Santo junto contigo, vistiendo carne sin pecados, en donde su voluntad perfecta es lograda en
la gloria angelical y en la tierra instantáneamente siempre.
Físicamente, nuestro Padre celestial amó tanto al mundo entero, que Él nos ha dado a su Hijo Jesucristo, para que todo aquel que crea en él, jamás muera, más bien, tenga vida eterna abundantemente, porque Él no envió a su Hijo amado a condenarlo,
sino a salvarlo con su bautismo en agua, que quienquiera cumplirlo, invocando su santo nombre en nuestros días, vivirá siempre enriquecido. Legalmente, la Escriptura declara que nuestro Padre celestial amo al mundo entero, confiándonos a su Hijo
Jesucristo para creer en Él en su carne sin pecados, bañada con su sangre expiatoria llena de vida, derrotando a Satanás y la muerte en el cielo y en Canaán, pero ahora, Él necesita derrotarlo contigo en tu nación, bautizándote en agua, y sus
glorias vendrá a ti siempre.
Aquí, el llamado de nuestro Padre celestial es al bautismo en agua, agua llenando la tierra entera, porque es en su carne sagrada y llena de su amor infalible, derramándose de su corazón santísimo sobre Isaac, que cuando te bautizas, entonces, tú
eres Isaac en su carne sagrada e hijo legítimo, nacido de Él, amándolo infinitamente con su santo nombre fuegos toda una vida entera. Indiscutiblemente, Juan 3:16 llama al bautismo en agua no solamente para todo Israel, disperso por el mundo entero
con su Sinagoga de Jerusalén, pero igualmente para cada hombre, mujer, niño y niña gentil, sin importar fe religiosa: porque Él ya ha perdonado, expiado y cubierto todo pecado de Adán y de Eva con sus hijos de toda generación en contra de Él,
redimiéndolos finalmente.
Como en días de Noé, para nuestro Padre celestial violencias que Satanás junto con sus ángeles caídos estaba causando sobre familias de las naciones necesitaba ser derrotada y detenida inmediatamente con un bautismo en agua, conocido como el diluvio
de Noé, matando toda carne de hombres y de animales igualmente, porque Él reiniciaría su vida con sus hijos, pero sin Satanás y sin el pecado. En aquellos días, nuestro Padre celestial logró destruir a Satanás, ángeles caídos y la muerte, porque
Él mismo logró destruir a toda gente malvada, como las que estaban causando violencias sobre familias de las naciones, pero igualmente, Él pudo enviar a Satanás y a ángeles caídos junto con la muerte al infierno tormentoso, y su paz asombrosa reine
por fin sobre toda la tierra.
Realmente, hoy en día, nuestro Padre celestial ha logrado que su paz asombrosa llene la tierra entera, porque cada hombre y mujer causando violencia murió en días del diluvio de Noé, para el descender de su Espíritu Santo, porque durante aquellos dí
as violentos fue imposible para Él hacer que su Espíritu descienda hacia sus hijos, bendiciéndolos con su amor, paz y riquezas interminables. Ciertamente, el diluvio de Noé bautizó la tierra entera junto con su humanidad, y su Espíritu Santo
descienda, preparando la tierra entera para el nacimiento de su Hijo Jesucristo del vientre estéril de Sarah, por el Espíritu Santo, entregándonos la carne sin pecados y la sangre expiatoria de Isaac, pero igualmente a Israel para destruir el pecado
en la Sinagoga de Jerusalén, en Canaán.
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